Solidaridad con Zelaya
Este domingo el mundo despertó con el violento golpe militar de Estado a Honduras, acontecimiento que en pleno Siglo XXI, empujaría la civilización de esa nación hacia 40 ó 50 años de dictaduras bélicas.
De barbarie lo catalogó José Manuel Zelaya, el presidente secuestrado hoy en la madrugada y tras empujones de militares encapuchados, trasladado en ropas de dormir hasta Costa Rica, donde pretendieron que solicitara asilo político; sin embargo, el mandatario hondureño fue acogido como invitado en la Terminal aérea de San José por su homólogo costarricense Óscar Arias, y mañana, en su compañía, asistirá a la Cumbre de Managua de los países del área de centroamericana que analizarán el grave acontecimiento.
Entre tanto, los países de América Latina, Centro América, el Caribe y de distintas partes del planeta condenaron las acciones de la soldadesca, que en Tegucigalpa y distintos puntos de Honduras, mantienen calles, residencias de familiares y miembros de la administración de Zelaya, cercadas con armas largas y blindados, mientras el pueblo se aglomera en lugares concurridos para pedir el retorno a la normalidad constitucional y el regreso del mandatario.
Cuando aún es apresurado emitir criterios definitorios, la realidad de una región latinoamericana muy diferente al siglo precedente en correlación de fuerza progresista, popular e independiente de los designios imperiales, hace que hasta los Estados Unidos se pronuncien en la ONU en contra del golpe por no ser democrático, presionado por la unanimidad de jefes de estados y organizaciones internacionales que lo consideran violador del orden constitucional.
La última palabra la tendrá el pueblo vilipendiado y explotado por una minoría oligárquica que, de manera pacífica pero firme y concurrida, logrará en las calles y frente al Palacio Presidencial que Zelaya regrese y, entre todos, prosigan los cambios en las urnas interrumpidos este amanecer.
Desde afuera y cada hora que transcurre, en el mundo crece la solidariza con Zelaya y su pueblo, y también la condena al golpe bajo de los militares encapuchados que no tendrá éxito porque es ilegal, inconstitucional y antipopular.
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