La mano de ?Dios?
Esta semana se completaron los 32 clasificados para el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010, pero el pasaje de Francia, gracias a un gol tramposo, ha dejado una estela de comentarios e insatisfacciones.
El partido entre franceses e irlandeses, disputado el pasado miércoles en París, terminó con empate a un gol por bando, en tiempo extra. Así, los locales avanzaron por haber ganado 1-0 el choque de ida en Dublín.
Pero el gol francés se produjo tras una polémica jugada, donde Thierry Henry acomodó con la mano el balón, antes de enviárselo a su compañero William Gallas, quien lo empujó hacia el fondo de las redes más con el hombro que con la cabeza.
Fue un enorme error del árbitro sueco Martin Hansson y sus asistentes. De esto se hablará mucho más que del cabezazo de Zinedin Zidane sobre Materazzi, en la final del pasado campeonato mundial.
El asunto relanzó el debate sobre la conveniencia de utilizar cinco árbitros en los partidos y apelar al video para definir este tipo de jugadas dudosas.
«Se puede pensar que tanto el video como los cinco jueces hubieran podido paliar los errores de los árbitros», dijo a la agencia AFP, Marc Batta, jefe de la dirección nacional del arbitraje en Francia.
Sin embargo, el ex árbitro internacional se mostró solidario con Martin Hansson, a quien evidentemente le esperan momentos difíciles. «No quiero disculpar de ninguna manera las faltas que cometió, pero debo apoyar a un colega, como un entrenador lo haría con un jugador», explicó Batta.
Mientras, la prensa francesa ha comparado este gol con aquel de Maradona frente a Inglaterra, en los cuartos de final del Mundial de México 1986. Entonces el pelusa también tocó el balón con la mano, pero el árbitro tunecino Bennaceur validó la acción.
«Fue la mano de Dios», dijo Diego en ese momento y su expresión ha pasado a la posteridad. Pero sucede que, en aquel mismo partido, Maradona se encargó de anotar un segundo gol increíble, considerado el mejor de la historia, pues salió desde su propio campo y «gambeteó» a seis jugadores rivales, incluido el portero inglés, antes de colar el balón en la caseta vacía.
Así, todo el mundo se fue convencido de que Argentina merecía el triunfo y lo conseguiría de cualquier manera. Pero el caso de ahora es diferente, pues a Francia se le acababa el tiempo y estaba contra las cuerdas. Además, con todo respeto, Maradona es un genio y Henry solo un buen jugador.
De todas formas, mucho criticaron a Diego por aquel episodio y todavía sufre ciertos ajustes de cuentas. Cuatro años después, en la final del Mundial de Italia 1990 contra Alemania, la Argentina de Maradona cayó vencida por un dudoso penal. ¿Se acuerdan?
De momento, los irlandeses han pedido que se repita el partido y la Federación Internacional de Fútbol debería considerarlo.
El propio Henry admitió que esa sería la solución más justa. «No soy un tramposo. Parar el balón con la mano fue una reacción instintiva. Me siento avergonzado. Ahora no puedo hacer nada, salvo admitir que el balón estuvo en contacto con mi mano antes del gol. Lo siento mucho por los irlandeses», dijo el jugador a la agencia EFE.
Las declaraciones contradicen sus primeras palabras después del choque, pero rectificar es de sabios. Él sabe que su imagen está en la picota y un descrédito puede afectar sus ingresos por publicidad.
Ahora los demás jugadores franceses deberían sumarse a la campaña. Así darían un gran ejemplo de fair play (juego limpio).
-Tomado de JR-
2 comentarios
Marilyn -
Charly -
Bueno, es cierto que Irlanda se jamó varios goles hechos y que hubieran despejado cualquier duda, pero mirenlo como lo miren, fue un resultado injusto, cochino incluso para un equipo célebre por sus cabezazos, empujones, zancadillas y un seleccionador que basa su alineación en el horóscopo del día Francia es mejor que Irlanda, pero Irlanda se mereció más el Mundial
¿Y quien defiende a Henry? Roy Keane, aquel sucio zorrillo que sacaba de sus casillas a Sir Alex, y Zidane, un astro que ha sido expulsado en dos Mundiales, la última vez por un berrinche en la Final ¡LA FINAL!
Al menos nos queda el consuelo de que a Tití no se le han ido las cosas de las manos