Yelena Isinbayeva: solo el cielo es mi límite
Esta mujer posee un carácter tan severo como su voluntad y cuando sufre un imponderable como el que vivió durante el Campeonato Mundial en Berlín se convierte en fiera leona herida.
Así es la pertiguista rusa Yelena Gadzhiyevna Isinbayeva, bella desde sus poderosas piernas hasta la cabeza que atesora un rostro capaz de producir el más hondo de los suspiros.
Nadie como ella entre las del ¿sexo débil? muestra un palmarés tan abultado con 27 récords mundiales eslabonados en seis años y medio, desde el 13 de julio de 2003 hasta el 29 de agosto de 2009. ¡Impresionante!
Mientras el ucraniano Sergei Bubka se convirtió en su momento en el primer hombre en saltar sobre los seis metros, ella fue la primera mujer que rompió la barrera de los cinco metros y la diferencia con el resto es notoria todavía porque Svetlana Feofanova solo tiene 4,88.
Muchas veces Yelena ha demostrado que ella entra en acción cuando la competencia termina para todas y durante años todo le fue bien hasta la porfía berlinesa, donde sus tres intentos nulos la hicieron llorar, en una mezcla de rabia y dolor multiplicados. La confianza desmedida de arrancar con 4,80 metros le costó tan caro que solo ella sabe el precio que pagó.
Pocas horas después reconoció el error cometido. Juró una y mil veces que no volvería a sucederle algo parecido. Se echó encima toda la culpa y exoneró a su actual entrenador Vasily Petrov, quien antes fue preparador de Bubka.
En una página que la historia solo reserva a los grandes, supo levantarse y trocar el revés en victoria cuando el 25 de agosto último, en Zurich, sobrevoló el listón sobre 5,06 metros para estampar otro primado mundial, porque lo sucedido en Berlín me produjo «hambre de récords».
Entre felicitaciones, sonrisas y aplausos su entrenador reiteró algo que ha dicho sin vacilar un instante: «Yelena podrá llegar entre los 5,15 y 5,20 metros».
Cierto es que a los 27 años su margen de mejora es toda una incógnita, aunque ella ha repetido una y otra vez que «solo el cielo es mi límite».
Convertida en máquina femenina de saltar con la ayuda de una pértiga, la volgogradense tiene pensado retirarse cuando Moscú sea la sede en 2013 del Campeonato Mundial de Atletismo.
De gimnasta a pertiguista
Quiso tomar el cielo por asalto como gimnasta cuando abrazó al deporte siendo casi una niña, pero pronto comprendió o le hicieron comprender que ese no era precisamente el camino que la conduciría al éxito.
De pronto se entusiasmó por el salto con pértiga. No tenía antecedente alguno en su vida, pero se sintió tan atraída como un clavo a un imán.
Y en 1999, cuando solo llevaba un año de prácticas, se convirtió en campeona juvenil del mundo al conseguir un salto de 4,10; y fue tal el entusiasmo que par de años más tarde había elevado su marca hasta los 4,60 que la colocaba entre las mejores del planeta.
En 2004 se proclamó campeona olímpica en Atenas con 4,91. Vivía una etapa en que competía contra sí misma. Quizá por eso el mundo vio como algo natural que el 24 de julio de 2005, a las 21:35 horas, superara en el Cristal Palace londinense la hasta entonces infranqueable barrera de los cinco metros.
A Isinbayeva le agrada mucho sentirse sola en la cumbre. Le gusta demostrar que ninguna otra saltadora puede acercársele, aunque haya momentos en que «mis rivales me empujan y me encolerizan. No me gusta hablar; me gusta hacer».
La retahíla de topes mundiales tuvo como punto de partida el verano de 2003, cuando brincó sobre 4,82 metros para dejar atrás por un centímetro el récord de la estadounidense Stacy Dragila, en la reunión Norwich Union Classic, en Gateshead, Reino Unido.
Su primera plusmarca universal bajo techo (4,83) lo fijó precisamente en Donetsk, ciudad natal del «zar» de la pértiga Sergei Bubka. El suceso aconteció el 15 de febrero de 2004.
Su primer título mundial bajo techo fue en la versión universal de Budapest, Hungría, el 6 de marzo de 2004. Alcanzó la corona con 4,86, récord mundial absoluto.
Proseguía sin detenerse su conquista del cielo y el 27 de junio del propio año atesoró otro primado al brincar 4,87, en Gateshead y así puso en marcha una cadena de marcas centímetro a centímetro, similar a lo hecho antes por Bubka, para sacar provecho económico a su progresión.
Recordemos que en esa etapa a su compatriota Svetlana Feofanova se le ocurrió con éxito arrebatarle el registro mundial. Unos días bastaron para que Yelena lo recuperara con 4,89, en Birmingham, y solo cinco jornadas más tarde volvió a la carga en Londres con estirón de 4,90 metros.
La temporada 2009 deparó a la agraciada rusa altibajos para recordar. Tan pronto pensó que el cielo la aplastaba en Berlín, despejó las nubes en Bruselas al rubricar invicta su presencia en la Liga Dorada.
Así, junto a la estadounidense Sanya Richards (400) y el etíope Kenenisa Beleke (5 000) se repartieron el premio de un millón de dólares reservado a los vencedores.
¿Hasta dónde llegará? Solo ella lo sabe y ese secreto no quiere compartirlo con otros…
-Tomado de Juventud Rebelde-
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