Blogia
Marilyn...del Cuyaguateje

Etanol: ni desarrollo, ni sostenible


FRANCISCO RODRÍGUEZ CRUZ

nacional@trabaja.cip.cu
 
 
 Un cable de la agencia AP informó recientemente que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció un programa de “energía verde’’, que incluye inversiones por 300 millones de dólares, y asistencia técnica para la producción de etanol a partir de la caña de azúcar y otras materias primas en Centroamérica.


Los biocombustibles pueden generar inversiones, desarrollo y empleo en las áreas rurales, dijo el presidente de ese organismo financiero al proclamar tal “iniciativa”, para acto seguido explicar que “el banco estaba estudiando las cuestiones relacionadas con los costos, subsidios, mano de obra e impacto en el uso de la tierra y producción de alimentos”.


¡Así que ya comenzó la “repartición” de dinero, para impulsar una producción cuyas consecuencias económicas, sociales y ambientales todavía se “están estudiando”! Comienza a ser realidad la advertencia del Comandante en Jefe en sus reflexiones del pasado 29 de marzo: “présteseles financiamiento a los países pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo de alimento y no quedará un árbol para defender a la humanidad del cambio climático”.


La definición internacionalmente más conocida de desarrollo sostenible, sustentable o perdurable plantea que es “aquel que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”.


Hay múltiples señales de que la producción de etanol a gran escala, como sustituto de los combustibles fósiles, contradice este concepto.
Esta apuesta irresponsable por la transformación en “comida” para los automóviles de hoy, de las ya limitadas fuentes de alimentación humana del ahora y el mañana, viola además el denominado “principio de precaución” que debe regir cualquier programa de desarrollo.
Este concepto ecologista implica que antes de invertir un centavo en fabricar etanol en cualesquiera de nuestros países pobres, primero habría que probar no solamente que es técnicamente viable (lo cual muchos científicos cuestionan), sino que su fabricación a gran escala no ocasionaría graves problemas a mediano y largo plazo, para las presentes y las futuras generaciones.


Otra regla básica para el desarrollo sostenible es que ningún recurso renovable deberá ser utilizado a un ritmo superior al de su generación.


Ello hace muy cuestionable la producción de esta supuesta “energía verde”, si tomamos en cuenta que parte de la utilización del suelo.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la desertificación amenaza a la cuarta parte de las tierras del planeta, y a 250 millones de personas; y el sustento de más de mil millones de habitantes de 100 países, a causa de la disminución de la productividad agrícola y ganadera.


También hay ya datos científicos que prueban de modo fehaciente la inviabilidad de esta producción a gran escala en un futuro no tan lejano. América Latina, por ejemplo, podría perder el 50% de sus tierras agrícolas hacia el año 2050, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del continente, según el más reciente informe de expertos de las Naciones Unidas sobre los impactos del cambio climático, publicado en Bruselas días después del segundo artículo de Fidel sobre este tema.


Además, está el alza de las temperaturas ya registrada (un grado Celsius en América Central y América del Sur en un siglo), lo cual incide de manera muy negativa en el rendimiento de algunos cultivos que en teoría servirían de base para producir etanol, como la caña de azúcar. Y eso sin contar el aumento del nivel de los océanos previsto para fines de este siglo.


De manera que tendremos en el mundo menos tierras cultivables, menos agua potable, más fenómenos climáticos adversos, mayores poblaciones desplazadas y con necesidades de alimentos.


¿No sería más prudente invertir esos 300 millones de dólares del BID para iniciar un reemplazo de las tecnologías menos eficientes en materia energética, y así contribuir al ahorro de los combustibles fósiles y a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, principal causa del actual calentamiento global?


¿Por qué W. Bush, presidente del país responsable de 25% de las emisiones de CO2 del planeta, abandonó el Protocolo de Kyoto, donde se fijan límites a los países industrializados? ¿No sería una política seria de reducción de gases con efecto invernadero por Estados Unidos, una solución más “verde” y “sostenible”, que continuar endeudando a los latinoamericanos con los cantos de sirena del etanol?

1 comentario

Marilyn -

Jamás el etanol u otro biocombustible puede pàliar la necesidad de gasolina en el mundo desarrollado. El maíz, como uno de los principales alimentos en muchos países, cumple su función en esta cadena, esto sencillamente sería una locura.