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Marilyn...del Cuyaguateje

Robaina sus vegas tabacaleras y su San Luis

Robaina sus vegas tabacaleras y su San Luis

El famoso veguero Alejandro Robaina asegura que en sus más de 90 años de vida no ha visto un año tan ideal para el cultivo del tabaco. Reinan los nortes, no  hay presencia de enfermedades, lo único que hay que hacer es sembrar, dijo el campesino, único  que en vida da nombre a uno de los reconocidos puros cubanos.

Nacido en Alquízar, hoy perteneciente a la provincia de La Habana, en marzo de 1917, Alejandro Robaina llegó a tierras pinareñas con sólo cuatro años de edad.  Pasajes del triste recorrido, realizado por la difícil situación económica que atravesaba la familia, aún permanecen en los recuerdos del cosechero.
Inscrito en el municipio de San Luis, a donde dice pertenecer, Robaina  es categórico al asegurar:   “Si no fuera por esta tierra yo no fuera quien soy, la tierra aquí me ha ayudado, por eso pienso que es un privilegio vivir como cosechero en San Luis”.
Ese territorio del sur de la provincia  constituye junto a San Juan y Martínez uno de los principales eslabones del macizo tabacalero vueltabajero, integrado además por Consolación del Sur y Pinar del Río.
La fama del hombre lo ha convertido en blanco preferido de fotógrafos, camarógrafos, pintores, artesanos y turistas, quienes lo asedian en su retiro de Las Cuchillas de Barbacoa, en el  San Luis pinareño.
A pesar de su edad, Alejandro Robaina se deleita con la frescura de los campos, la luz de los amaneceres y el trinar de las aves que merodean las áreas del cultivo, al que dedicó la mayor parte de su vida.
Descendiente de canarios, Robaina confiesa  ser pinareño de pura cepa, admirar la valentía de Fidel Castro y tener fe.  “El hombre que se levante en la mañana y no tenga fe en lo que hace,  no puede alcanzar el triunfo”.
En su vega de San Luis  se rodea de caros recuerdos, de sueños que quizás aún  quedan  por realizar, del humo casi perfecto que exhala el habano que, elaborado con capas cultivadas en esas vegas, siempre acaricia en sus manos.
Una pícara sonrisa es el colofón de este encuentro informal, mientras los campos de Vueltabajo regalan una cosecha  de la hoja casi inédita.
Nunca en más de 90 años he visto un año como este, vuelve a recordar Alejandro Robaina, el hombre que asegura  que vivir en el San Luis pinareño es un privilegio.

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