Blogia
Marilyn...del Cuyaguateje

El dulce amargo de un sabor

El dulce amargo de un sabor

El oficio de catar café es tan viejo como el descubrimiento mismo de la planta que lo produce; sin embargo, poco se conoce acerca de las personas que  lo realiza. En  aquella novela colombiana en la cual, asombrosamente, triunfaba la joven gaviota, supe más acerca del trabajo en cuestión.

Pero lo que pocos saben es que en el extenso lomerío pinareño, allá por el munidipio de La Palma, conocí a Lucrecia, una ¨Gaviota ¨nuestra, no tan joven como la del culebrón de turno en esos años, pero que sí le conoce mucho al mundo del café.

Trabajó en una despulpadora y durante ese tiempo se empeñó en encontrar la perfección del grano destinado a la industria de bahía honda.

Recuerdo que me dijo: ¨el café es parte de mi vida; desde jovencita empecé a trabajar en estos menesteres y conocí el oficio, pero siempre me gustó la catadura para que su comercialización fuera excelente, a la hora de dar el visto bueno tenía en cuenta la acidez, el aroma, el tueste y el cuerpo, que no es más que el espesor del líquido.

Confesó que llevó una vida normal, tomaba la infusión, no fumaba ni usaba perfumes, a la vez que sus comidas llevaban pocos condimentos. Por una enfermedad dejó la labor, de la que hoy, aún, se regocija haberle conocido todos los secretos. Eso sí disfruta a plenitud una humeante tacita del amargo líquido.

0 comentarios