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Marilyn...del Cuyaguateje

Maradona en Marsella

Maradona en Marsella

El partido comenzó raro y acabó desquiciado. El público había silbado al seleccionador galo, Raymond Domenech, desde el principio y aplaudió entusiasta a Maradona. Al final, cuando el marcador parecía inapelable, los gritos de "Domenech dimisión" se codearon con los aplausos al juego argentino.

Y eso que Francia había comenzado dominando y que en el primer tiempo propuso mucho más que los albicelestes. Suyas fueron las mejores ocasiones en el primer tiempo y el control del esférico y del centro del campo.

Yohan Gourcuff y Franck Ribéry pusieron el juego acompañados por Thierry Henry y Nicolas Anelka, muy rápidos en sus ataques. Mientras, Argentina esperaba agazapada. Una jugada de Messi al contragolpe al cuarto de hora fue su única aproximación a la meta rival.

Francia se acercó más y Anelka dispuso de una buena ocasión que obligó a lucirse a Carrizo cuando el reloj estaba a punto de marcar la media hora de juego. El público francés despertó con esa jugada a la que siguieron ocasiones de Henry y de Ribery en una clara muestra de la superioridad francesa.

Argentina logró fogonazos de calidad casi siempre surgidos de las botas de Messi. El tanto llegó en una buena internada del "Kun" Agüero, que sorprendió a la zaga francesa y se coló en el área, llegó a la línea de fondo y su centro retrasado acabó en las botas de Jonás Gutiérrez que batió a Mandanda.

El jugador del Newcastle, que había avisado un minuto antes con un disparo manso, consiguió así su primer gol internacional en su octava aparición con la casaca albiceleste.

Los argentinos acabaron la primera mitad toreando a sus rivales, tocados por el tanto rival.

El partido bajó en intensidad tras el descanso. Francia, que había dominado la primera mitad, se lamía las heridas de un gol que apagó al público, enfriado por el incesante viento de Mistral que congeló el Velódromo.

Domenech trató de inyectar fuerza a su equipo con la salida del joven Karim Benzema, pero desde que el cambio fue anunciado el delantero recibió un jarro de agua fría: una pitada del público que le reprochó más su condición de lionés, rival eterno del Marsella, que su militancia con la camiseta "bleu".

Francia se dejó llevar y Domenech desapareció. Ni siquiera salió de su banquillo, en contraste con un Maradona permanentemente al frente del timón y que incluso recogía aplausos del público cuando el balón llegaba de rebote a sus botas que conservan mucha de la magia que le elevaron a la condición de mito.

Faltaba el colofón, la genialidad de Messi que había planeado por el estadio durante 80 minutos. Fiel a su cita, el menudo atacante destapó el frasco de la esencia para culminar una victoria que da crédito al proyecto de su ídolo Maradona.

-Eurosport-

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