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Marilyn...del Cuyaguateje

Laika acunada en casa

Laika acunada en casa

Cuentan que volvían de la iglesia, un domingo por la mañana, cuando la tomaron amorosamente y acurrucaron entre brazos sinceros. Que la llevaron a casa y ya en una caja de un ventilador nuevo, le hicieron su camita.

Voltearon al pequeño animalito, vieron que era hembra, y decidieron ponerle Laika, en honor a esa estrella de la cosmonáutica rusa, que según consta en textos consultados, deambulaba por las avenidas de Moscú sin otra idea que la de agenciarse un poco de comida entre la basura.

 La vida a este can la había endurecido entre las trifulcas callejeras, frío y desamor; este no sería el caso.

La nueva inquilina es de raza chula, blanquito su lomo y paticas, y la cabeza carmelita. Es un nuevo miembro  en la familia, la mascota de un matrimonio que necesita alicientes para  endulzar una vida que el destino le torció sin tenerlo premeditado.

Por esas mismas cosas, pensé, se les ocurriría ponerle Laika, cuando de este animalito siempre se ha hablado con despecho: ¨ Tiene más horas de vuelo que la perra Laika¨ como para reafirmar con despecho lo andado en la vida, casi siempre con el cuerpo…

Y Laika, la verdadera Laika, fue secuestrada en su espacio, muy lejos de pensar que no preparaban su fin, sino su la inmortalidad.

Comenzaron a medirla, pesarla, hurgaron en su boca y orejas, levantaron los párpados ya suficientemente abiertos después del golpe para su captura por el miedo que la embargaba. Entonces anotaron en una planilla y en una línea escribieron Laika – en ruso quiere decir ladradora -. El can de seis kilos de peso, 35 centímetros de altura y tres años, de ancestros tal vez kusky – un otra raza polar- y terrier, clasificaba como posible cosmonauta del incipiente programa sideral soviético.

Pasó todas las pruebas de entonces, y el 3 de noviembre, desde el cosmódromo de Baikonur, al sur de Kazajastán, salió el artefacto hacia la ingravidez, apenas despegó como una pedrada, comenzaron los ladridos, el pulso el animal se triplicó, según mostraron las primeras lecturas de telemetría y al llegar a la gravedad cero, tardó tres veces más en normalizarse, en comparación con las pruebas hechas en la Tierra. Al entrar en órbita, Laika se hallaba inquieta y nerviosa, mas el estrés no evitó que comiera su alimento. El mundo todo no escondió su asombro y simpatía por la proeza de la ciencia soviética. Por años se aseguró que Laika sucumbió ahogada cuando las baterías del Sputnik fallaron y dejaron inutilizado el sistema de oxigenación. Muchos lamentaron la incursión, pero debemos tener presente que en la Tierra hay una perra menos, pero en el firmamento una estrella más.

Y este precepto siguió esa familia al acoger a la perrita en casa, y pasara a ser un miembro más de ella.

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