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Marilyn...del Cuyaguateje

El panadero y su ritual

El panadero y su ritual

El panadero tiene siempre un mismo ritual, al cual está apegado en ese hábito milenario de levantarse bien temprano en la madrugada para iniciar sus faenas cotidianas.

Sin embargo, aunque el cansancio lo invada, jamás se llena de aburrimiento. Algo siempre hay que hacer en cada momento, en cada paso del proceso de elaboración del preciado alimento.

De ese proceder empírico o teórico vive y está allí, prendido a la mesa de trabajo, en la preparación de la harina y la masa con sus componentes esenciales, y su cocido peculiar en esos hornos que bien han venido a mejorar las condiciones de labor.

Eso sucede en el resplandor de la panadería de Guane, a la salida para Mantua, territorios más occidentales de la provincia pinareña, donde Murillo, un hacedor con más de una treintena de años en la profesión, dice que no se jubila porque sus consejos aún sirven a los aprendices. Hablar con el maestro, oírle dar una sabia explicación al hornero y trasmitirle un mensaje al consumidor, hacen que una quiera también incursionar en los secretos de este oficio, muy bien humanizado en estos tiempos, como para echar a un lado a esa leña encendida con olor penetrante, del que todavía recuerda con amor, fue que con ella aprendió.

Los panaderos tienen sus rituales, donde reside en lo fundamental el secreto de la cocción, pero lo principal es la calidad, esa de la que a veces se habla para que el consumidor logre su elemental satisfacción con la ración del día.

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