Furioso? No, con berro.

La jubilación hace muchas veces repasar las vivencias acumuladas en su andar, sea de la profesión u oficio que sea, y  así recordé a José Luis, un hombre laborioso, cultivador de arroz,  muy bueno por sus resultados, pero que era el que cosechaba el mejor berro del mundo.

Lo encontré aquella vez dentro del fango negruzco del pequeño dique, allá por la carretera a Mantua, al oeste de Pinar del Río, sin camisa y descalzo. Por vestimenta un deteriorado pantalón recortado hasta las rodillas. Era mucha el calor. Se movía hacia atrás, los lados, y halaba dos alargados alambres ceñidos en una tabla de palma, en calmada labor de compactar tierra, antes de hincar el trasplante de posturas.

Esa fue la imagen que quedó en mi memoria, no sé cuál de los fotógrafos lo atrapó en plena faena por entonces, y no voy a buscar colecciones para dar crédito a este pasaje.

Para mi era el hombre del berro, pues no por disgusto al realizar la anterior labor con sus rodillas casi dentro del agua, el fango y la humedad, sino porque así lo conocen por toda esa explanada o caserío a la redonda.

Y todo porque no tenía rival como cosechero de berro, llevaba  cinco décadas en esos menesteres agregados, como él dijo: ¨ bien lindo, limpio y lavado en el chorro de la manguera de la turbina ¨. De allí salían camiones de Acopio cargados de la hortaliza hacia diferentes puntos del municipio de Guane.

Lograba más de 10 quintales de arroz por cordel, pero no preguntes por José,  te pierdes….sí por el hombre del berro.