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Marilyn...del Cuyaguateje

El día que el Barça se hizo aún más grande

El día que el Barça se hizo aún más grande

A lo largo de la historia de la Liga, cualquier Real Madrid-Barcelona siempre ha sido un compromiso especial, distinto, único. A lo largo de la historia de la Liga, cualquier choque entre Real Madrid y Barcelona ha generado una expectación inusitada. Sin embargo, el duelo que los dos grandes del fútbol español mantuvieron el pasado 2 de mayo de 2009 sí que fue diferente al resto.

Por un lado, los pupilos de Pep Guardiola visitaban el Santiago Bernabéu como líderes de la clasificación, vivos en las tres competiciones y acaparando elogios por el buen fútbol que estaban exhibiendo jornada tras jornada. Por el otro, los anfitriones habían experimentado una sensible mejoría en sus resultados (que no en su juego) desde la llegada de Juande Ramos al banquillo y se habían convertido en una seria alternativa al título.

Era el partido del año, el encuentro que decidiría si la Liga aún estaba abierta o si se tornaba de claro color azulgrana. Las espadas estaban en todo lo alto y era muy complicado realizar un pronóstico a priori. Es cierto que el Barça podría partir con cierto favoritismo pero ¿cómo no iba a tener crédito un Real Madrid que en los últimos 18 partidos del campeonato había encadenado 17 victorias y un empate (1-1, ante el Atlético de Madrid)?

Un compromiso vibrante

El denominado ’Partido del Siglo’ (ese que al menos se disputa dos veces por temporada) no defraudó a nadie. Desde el pitido inicial, la tensión se hizo patente y los dos contendientes no tardaron más que unos minutos en dar por iniciado el intercambio de golpes. El primero en acertar fue Gonzalo Higuaín quien cabeceó a la red un centro de Sergio Ramos e hizo estallar la euforia en las gradas... ¡¡Qué felices se las prometían los anfitriones y que duro fue su despertar!!

Siempre se ha dicho que Pep Guardiola es un entrenador estudioso y obsesivo hasta límites insospechados, que analiza al detalle a todos sus rivales. Y en ese duelo tuvimos la mejor demostración. Consciente de las virtudes y las debilidades del conjunto blanco, sorprendió ubicando a Samuel Eto’o en la banda derecha, a Thierry Henry como estilete por la izquierda y a Leo Messi con completa libertad por el centro. El argentino le dio la razón a su técnico, hizo lo que quiso con los centrales madridistas y completó uno de los mejores partidos que se le recuerdan (lo que, a tenor de su alto nivel habitual, ya es mucho decir).

Sin un segundo para la tregua

El Barça se marchó al descanso con una ventaja de 1-3 pero apenas había comenzado la segunda parte cuando Sergio Ramos hizo renacer las esperanzas locales al poner el 2-3 en el marcador. Por delante, 35 minutos para soñar con la proeza en un estadio acostumbrado a las remontadas. Pero ésta era imposible. Un abismo separaba a ambos conjuntos y así quedó patente apenas unos instantes después. Henry superó a Casillas con un toque sutil, Messi aprovechó otro error en la zaga madridista para lograr su segundo tanto de la noche mientras que Piqué, casi sin ángulo, cerró una de las goleadas más dolorosas que se recordaban en el Barrio de Concha Espina desde que, en la 73-74, el Barça de Johan Cruyff se impuso por 0-5.

Al igual que sucediese con Ronaldinho el 17 de noviembre de 2005, el Bernabéu ovacionó a un Xavi que manejó el centro del campo a su antojo, a un Iniesta soberbio y, sobre todo, a un Messi que demostró que no es de esos jugadores que se esconden en las grandes citas. Guardiola le ganó la partida a Juande, lo mismo que meses antes había hecho Rafa Benítez con el Liverpool. Es contra los rivales de entidad frente los que hay que dar la cara y el técnico manchego falló en sus dos citas más importantes. Sin duda, esos dos varapalos marcaron su adiós a la Casa Blanca pese a que los números y las estadísticas respaldaban su labor.

-Eurosport-

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