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Marilyn...del Cuyaguateje

¿Qué hacer para defender la sana convivencia?

MIGUEL HERNÁNDEZ
miguel.hm@granma.cip.cu

Ayer mataron un puerco en el barrio. Los chillidos del animal habrían despertado a todo el vecindario capitalino. A los ejecutores de la sentencia les importó un bledo que fueran las cuatro de la madrugada, ni que los moradores reponían energía para la nueva jornada laboral. Actuaron como si vivieran ellos solos en una montaña. En definitiva, habrán pensado que sus tolerantes conciudadanos escuchaban todos los días los gemidos del cochinito mientras engordaba y nadie nunca les recordó las prohibiciones sanitarias.

El cerdo no creció en una cueva, sino en una cuadra, muy entusiasta como muchas otras donde no se piensa dos veces para sacar los amplificadores a la calle, y a unos metros de un consultorio médico, que entre sus afiches, tiene varios sobre la higiene. Hasta los propios protagonistas del "puerquicidio" son gente que participan en todas las actividades del "Comité".

En fin, una anécdota más para recordar que el talón de Aquiles es hacer cumplir las leyes, y que, además del deber ciudadano, los agentes profesionales del orden, inspectores incluidos, tienen un gran reto ante sí en el espectro de quebraderos de cláusulas, que van más allá del resurgimiento de las cochiqueras citadinas y las violaciones del fumar en restaurantes, y otros sitios públicos cerrados.

¿ Hay reglas para impedir el tránsito de automóviles, motocicletas, ómnibus y camiones, que nublan las calles del humo venenoso con sus acelerones? Pobres nuestros pulmones, nariz, garganta y ojos.

¿Y los ruidos? ¿Qué decir de la contaminación auditiva de esas costosas alarmas —el que puede, puede— en los autos que se disparan a cualquier hora del día y la madrugada mientras el dueño ni se entera?

¿Y de la sinfonía nocturna de claxon por las avenidas, o al amanecer debajo de los edificios multifamiliares?

¿O de los chicos de la nueva onda en sus carros con el reguetón a todo volumen?. Que no sólo el celular distrae. Y por cierto las regulaciones sobre el teléfono móvil podrían ajustarse no sólo a la hora de conducir. Piensen, ahora que leo que se han contratado unos cuantos miles de telefonitos tras la nueva medida, que suenen a la vez en un cine o un teatro o un restaurante, varios de esos artefactos y sus dueños empiecen a responder como barítonos.

¿Se imaginan un edificio de 14 plantas, con la mayoría de sus 140 apartamentos, cada uno con un perrito al menos —lo mismo un Doberman que un Chihuahua— ladrando al mismo tiempo a las tres de la mañana por culpa de un gato de cuatro patas? Porque muchas veces el de dos los hipnotiza¼

Lo real, es que todo está legislado, lo que hay es que cumplirlo y eso nos toca a todos

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