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Marilyn...del Cuyaguateje

El amor...y los secretos

 

El teléfono no se debe al progreso de la civilización, ni a una necesidad histórica o la revolución científico-técnica. Solo fue un hombre, todavía en disputa su autoría por eso no hablo de ella, quien ante la necesidad de conversar, quizás con su amor, lo utilizó como medio porque ese es el más grande de los móviles.

Lo mismo sucedió con la imprenta, con la computadora. Pero esta vez la razón tiene que ver con un don Juan, al que se le cansaba la mano de tanto escribir para mantener sus disímiles conquistas.

Algunos se incorporan a los aportes y hablan de los primeros amantes  y se engañan con la vieja historia de Adán y Eva. Amantes de verdad aquellos que inventaron la navegación, a fin de reunirse a pesar de las distancias.

Otra pareja se encontró, y tras descubrir que vivían en los extremos del planeta, decidieron que ni siquiera eso podría separarlos. Sin embargo, leí, la solución debía ser drástica: un barco no bastaba, y se les ocurrió el avión.

¿Y la grabadora? Otro enamorado que no podía vivir sin escuchar a la mujer de sus sueños. Entonces ideó el equipito - supongo que el primero pesaba más que su propia amada - Desde entonces repite su voz cuando la necesita, y hasta la puso a cantar.

Locos de atar ha habido alrededor de todo el globo y aun más allá. A uno, cuentan, se le ocurrió guardarse la imagen de su chica - ahí tienen al personaje de Tomé de la novela brasileña de turno que se trasmite en nuestra televisión, Cabocla -  solo sin la fotografía, pero hubiera quedado impresionado también de tener una de ella. Se quedó corto el inventor de las imagines en papel o digital y llegó la televisión y se las llevó.

Por supuesto, los peores inventos se relacionan con el mismo motivo. Parece que nadie recuerda a alguien en esas mismas circunstancias con anterioridad a los griegos. Lo cierto es que el joven Paris le robó la mujer  -Elena- al rey Menéalo, y ahí mismo sobrevino la guerra de Troya.

La humanidad ha vivido los inventos de la poesía y la canción, del correo electrónico y la aviación, de la fotografía y la televisión. Hombres y mujeres de esta y otras sabrán a ciencia cierta cómo nació cada uno de ellos.

Quizás la realidad no tenga nada que ver con esta ficción que he recreado. Pero, a fin de cuentas, quién duda que detrás de cada acto supremo de creación no haya un amor capaz de derribar los secretos de la vida y de la ciencia, pues el mismo amor es el mejor de los inventos.

Marilyn Blanco

 

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